miércoles, 7 de mayo de 2014

El reloj.

Ella sigue en sus noches bien dormida, yo entre la soledad y las noches tan suicidas, en donde mueren sueños y rutinas; limitarnos nunca ayuda a las sonrisas, más bien las mata y las convierte en heridas.

El tiempo pasa cual reloj de arena, granos van y granos quedan, cada grano se hace agónico al gastarse, pensando que pasará cuando se acaben.

Aprendemos que el amor se hace fuerte con el tiempo, pero es que el reloj lo mata cuando sabemos, que por más que llegue el día y las ganas siempre estén, no hay amor que siendo amor se nos haga tan espeso.

Y así se siente mientras no imaginemos, cual será la siguiente excusa para limitarnos, cual será la muletilla en los regaños, si el resultado es la sonrisa o el sarcasmo.

La razón se reparte entre las partes, el que gana debe aceptar lo justo o no, el amor nunca entiende de maltratos, solo entiende de cariños y pasión, el amor se hace frágil con engaños, y se hace fuerte en el respeto su regazo.

Aprendemos que el amor se convierte en un negocio, donde el respeto y el placer hacen grande a los dos socios, donde las ganas se convierten en la adicción, y la confianza en la más valorada acción. Cuando se respeta la confianza jamás habrán dudas, cuando las ganas dan placer desaparece la cordura.

Así es como sigue pasando el tiempo, esperando dar lo mejor cada momento, esperando recibir la mitad de la alegría, esa que hace falta pa luchar todos los días, esa que al amor nutre de ganas y nos da felicidad cada semana.

Guardemos el orgullo en el ropero, e imaginemos por un minuto un mundo sin nosotros, si es posible este rumbo no es el nuestro, y si es imposible toma mi mano y escapemos.

Mientras tanto miro el reloj cada momento para esperar a soledad en mi terreno...

                                                      .-JJ