jueves, 22 de noviembre de 2012

Mi cómplice fue mi Amor en Silencio



Una llamada y un consejo, una coincidencia y un abrazo, una duda y una respuesta, así fue como sin querer ella fue viendo la vida de otra manera a medida que las llamadas pasaban de 10min a 90min cada noche mientras nos dábamos cuenta lo diferente que éramos por la experiencia que cada uno había vivido, en mi caso la calle, los amores, los libros, las canciones, las sonrisas y las lagrimas en su caso el colegio y su casa.
 Poco a poco se llenaban los días de alegría en un mundo que no pasó de ser fantasía o mejor dicho una realidad a escondidas que nunca fue más que el sabroso pero amargo “te extraño, pero no te puedo ver” esos días pasaban muy rápidos, tanto así que quien daba consejos (yo) paso a pedirlos, necesitaba oxigeno en el alma y solo necesitaba de sus palabras, de su inocencia desmedida para sentirme yo y poder darle la vuelta a una situación que había convertido mi mundo en algo erróneo como era el tener una cara de felicidad pero estarme muriendo por dentro, ella solo escuchaba y me decía lo que tanto le gustaba escuchar de mi “se feliz, caiga quien caiga, es tu felicidad contra la del resto”. Pasé de necesitar sus palabras a necesitar su s abrazos y fue ahí cuando me di cuenta que mi mundo cambio desde que la conocí, que enseñarle mi forma de llevar la vida y de tratar a quien tenga al lado hizo que ella comenzara a exigir cosas que solo yo le podía dar , sus ojos lo cambiaron todo, cada encuentro era magia, nos poníamos tontos, aunque ella sufría, vivía un calvario cada vez que me veía y se preguntaba “porque sigo amarrada a un presente que me hace daño?” Mientras conmigo sentía algo distinto otra persona le ofrecía una típica realidad.
 El tiempo como en toda historia siguió pasando y preferí escribir canciones que decirle que la única medicina que yo necesitaba era su sonrisa y sus besos siempre conmigo, esos besos que una vez le dije que cuando ya uno no quiere a alguien no saben igual y que ella no respondió a ese comentario solo bajó la cara y su ternura se convirtió en tristeza por un minuto.
Muchas veces una mirada basta para saber si vale la pena agarrar a una persona por los brazos y decirle “eres tu lo que yo quiero, eres tu quien quiero llenarle la vida de sonrisas, eres tu a quien quiero escribirle canciones y bailar hasta el resto de mis días” y esa mirada estaba justo ahí cuando decidí que sería un error decirle todo porque le convertiría sus días en preguntas y lagrimas por tener que pensar en tomar una decisión que probablemente hasta la enfrentaría con su familia.

Era mi amiga, era como mi pupila, era mi cómplice pero aprendí que mi mundo puede que haga daño cuando lo muestro, porque a veces parece irreal o genera ganas de conocerlo y eso suele ser un arma de doble filo, y es que cuando una persona necesita un cambio por lo general se da cuenta con otra persona que no es con quien tiene al lado.
Todo cambió al extremo que ya no se de ella, ella sola se borro de esta historia por lo de siempre, por no querer enfrentar al mundo por ser feliz, por no querer cerrar un ciclo por enfrentarse a la familia, por no cambiar la costumbre por lo diferente, por no cambiar los desprecios por los detalles.
 La vida me enseñó con esta historia que cuando una amiga/o nos cambia los minutos debemos parar y decírselo para no caer en lo triste que es callar, cuando una persona habla solo una sufre, cuando las dos personas se dicen todo ninguno sufre pero cuando las dos personas callan es un calvario.

Porque las palabras no solo salen por la boca, una mirada lo dice todo…

Que viva el amor y todos esos amigos que siempre se han tenido ganas porque los que se amaron en silencio en algún momento murieron en el intento….

--JJ